Cómo conectar con los jugadores durante la temporada

Algunos jugadores pueden ver a su entrenador como el peor de sus enemigos, alguien que ha venido a imponerles las normas y a ir en contra de todo lo que proponen. Aunque a priori, esto pueda parecer algo horrible, es una gran etapa de aprendizaje para el técnico, forma parte del proceso de enseñanza y aprendizaje natural en el que, por supuesto, también aparecen momentos buenos que quedaran para el recuerdo.

Para que un entrenador pueda conectar al máximo con sus jugadores, debe ponerse en la piel del jugador, ser empático y, en caso de que haya practicado fútbol en el pasado, tiene que reflexionar sobre cuando él era jugador, ¿qué pensaba del entrenador cuando iba a entrenar? Seguramente, algo parecido a lo que piensa él en este momento, simplemente por la edad o por la influencia del entorno.

Ponerse en esta situación ayuda a entender qué cambios está sufriendo el jugador y a acompañarlo en su proceso de aprendizaje.

Este proceso es complicado porque el entrenador está educando al jugador en una inteligencia emocional que generalmente él no ha recibido, debido a la brecha generacional existente entre ambos. Además, tenemos que tener en cuenta que se está educando a unas personas en un presente muy avanzando, implantados en un sistema social en el que prima la inmediatez y con una incertidumbre de cara a un futuro impredecible.

Por ello, el entrenador tiene que aprender a conectar con la plantilla desde el primer momento, no solo le sirven unas buenas sesiones de entrenamiento o excelentes planteamientos tácticos, puesto que si no se consigue llegar a un ambiente de equilibrio con la plantilla, el mensaje no llegará y no creerán en cual es el camino correcto.

A continuación, vamos a detallar cuales son las claves para gestionar bien tu relación con el jugador en el momento de tener una charla individual con él.

Hay una serie de cualidades que el entrenador tiene que poseer para poder guiar a un grupo de personas por el buen camino y que se presupone que tiene interiorizadas, como son la responsabilidad, el liderazgo, el sacrificio, la preparación, la sinceridad, seguridad en sí mismo y en su trabajo, capacidad de comunicación, de tomar decisiones acertadas y de ser lo más justo posible en todo momento.

Hasta ahí todo es correcto, pero a día de hoy, lo que funciona en la educación del jugador son dos cosas básicas, el sentido común y el estado de ánimo. ¿Qué necesita el jugador actual? Pues necesita un entrenador de muy buen humor, con una visión positiva de las cosas y sin más preocupaciones que las que se producen en este momento presente, en el ahora, sin mirar al pasado ni al futuro, concentrado en el día a día.

Ver las cosas desde el punto positivo, ya que si no hacemos esto, va a ser difícil entendernos con nuestros jugadores. Bien es cierto que los jugadores, en la mayoría de los casos, son egocéntricos, impulsivos, viscerales, les cuesta aceptar la critica y dominar la frustración. Pero no podemos olvidar que también son sacrificados, creativos y con una gran capacidad de colaboración entre ellos. Sus momentos suelen ser muy cambiantes, van de un extremo a otro emocionalmente, porque durante los partidos y los entrenamientos se producen situaciones de alto estrés competitivo. Por tanto, en la mayoría de los casos, lo que necesitan es que el entrenador les transmita calma y les haga ver que, por supuesto, como todos, tienen derecho a equivocarse y a aprender del error.

También es necesario el sentido común. Los entrenadores no tienen porque saberlo todo, pero en la mayoría de los casos, todo se puede resolver con sentido común. Tener una mente práctica, lógica y abierta a los cambios constantes que se producen a día de hoy, ayudará en la faceta educadora del entrenador. 

Otro punto a tener en cuenta, es saber que el jugador, como cualquiera de nosotros, necesita su espacio. No podemos estar agobiándolo con preguntas e indicaciones en todo momento, hay que respetar los ritmos de cada individuo, aportando mucha calma y tranquilidad a las situaciones que se generan, tanto en partido como en entrenamientos, dejando los canales comunicativos abiertos, para que en el momento que necesiten ayuda del entrenador, sepan que está dispuesto a escucharlos y asesorarlos. 

Hay que establecer un vínculo real con el jugador, en el que vean al entrenador como un apoyo para su crecimiento personal y profesional,  donde ellos puedan acudir cuando las cosas no van bien, y por qué no, cuando las cosas les están yendo de forma correcta y les puedan ir mejor aún. Por eso, el entrenador tiene que mostrar interés por todo aquello que les gusta, por sus objetivos, por su situación familiar, etc.

El jugador se tiene que sentir respetado y escuchado. A veces los entrenadores no hablamos con ellos con la intención de entenderlos, lo hacemos desde el punto de vista de la imposición y la verdad absoluta, y eso no es recomendable. Frecuentemente, se suele cargar al jugador con cantidad de etiquetas que lo que provocan es que cerremos la vía de comunicación con él, ocasionando que el jugador se encierre en si mismo y no escuche ni consejos ni indicaciones que el entrenador le transmita. Hay que intentar no juzgarlo constantemente, porque esto nos va a acercar a él creando un canal de comunicación fluido y estable para nuestra relación. 

Las decisiones han de tomarse con perspectiva, esto permitirá encontrar el equilibrio para gestionar con éxito los retos que se planteen con los jugadores. Las claves para esta visión es detectar cual es el papel del entrenador dentro de la situación, ser optimista y evaluar los pros y los contras.

El entrenador tiene que armarse de paciencia, entender las situaciones de estrés por las que pasan todos los jugadores, y aceptar los cambios de humor por los que pasa en estas situaciones, no tomando las cosas como algo personal, ya que realmente no es nada contra el entrenador, es algo emocional.

Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de conectar con tus jugadores es hacerles cómplices del trabajo. El jugador de fútbol moderno es un jugador que ha evolucionado con este deporte y con la tecnología. El jugador de hoy en día, necesita información, necesita conocer qué pasa en el juego y comprender por qué suceden las cosas. El jugador de hoy en día ha subido su nivel de conocimiento del juego, por lo que no es baladí que participe del trabajo, pedirle ayuda para que te de su opinión sobre las situaciones que aparecen en los partidos, para que cuente en qué posición se siente más cómodo, en qué circunstancias disfruta más jugando, etc. y eso lo enriquece tanto a él como al entrenador.

Nunca se debe faltar a la palabra o engañar a nadie, y menos a un jugador. Hay que ser consecuente con los compromisos que se adquieren con la plantilla. Si no está claro que puedas cumplir algo no se deben hacer promesas, ya que se perderá la credibilidad y la confianza que puede tener el jugador en el entrenador.

Todos estos puntos se recogen dentro de una nueva corriente de enseñanza que se puede aplicar perfectamente al entrenamiento deportivo, promulgada por la psicóloga Jane Nelsen y denominada disciplina positiva. La disciplina positiva defiende que una educación que no se centra en el castigo, sino en el respeto entre personas y en resaltar la consecución de logros y los aspectos positivos del individuo en lugar de resaltar los errores que se cometen. Además, intenta desarrollar una metodología de disciplina eficaz, trazando objetivos y centrándose en las soluciones a los problemas con los que se encuentran en las diferentes tareas. Un nuevo método que abre las posibilidades a una nueva estrategia de enseñanza adaptada a la nueva era, en la que el entrenador de fútbol debe encontrar su lugar.

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