Presión tras perder la posesión

En la actualidad, muchos equipos fijan su principal objetivo en tener un alto porcentaje de tiempo el balón en su poder, para de esta forma ser protagonistas en el partido y llevar el control del mismo el mayor tiempo posible.

Es evidente que en algunos momentos, debido a errores forzados o no forzados, pierden esa posesión y tienen que intentar recuperarla lo antes posible para seguir atacando mediante una acción conjunta y coordinada de todos los jugadores del equipo y de la forma más rápida posible.

Esta acción llamada presión tras pérdida necesita tener en cuenta ciertos comportamientos de nuestro equipo y diversas circunstancias para saber si se puede hacer de forma efectiva o no.

Lo primero que debemos tener en cuenta es el estilo de juego que tenemos, porque no es lo mismo si nuestro modelo de ataque es directo y vertical o un estilo más combinativo. En este último caso, estar más juntos nos permitirá acudir a recuperar la posesión de una forma más sencilla que si nuestro equipo se encuentra en amplitud, con gran distancia entre jugadores.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es la zona del campo donde se ha perdido esa posesión, no es lo mismo hacerlo en campo del rival que hacerlo en campo propio, esto generará prioridades en la presión. Si perdemos el balón en nuestro campo, lo más lógico sería reorganizarse defensivamente lo antes posible para evitar encajar un gol y después ir a presionar. 

El posicionamiento defensivo con el que actuamos normalmente en un partido, ya sea en bloque alto, medio o bajo nos condicionará también para hacer una buena presión tras pérdida o no. El ejemplo más claro es si nuestro equipo suele defender en bloque bajo y salimos en contraataque para intentar hacer gol, si se produce una pérdida en ese momento, nos encontraremos con pocos jugadores cerca de balón y eso no nos permitirá realizarla correctamente, con el consiguiente peligro y desestructuración del equipo.

¿Cuáles son las pautas a seguir tras una pérdida de balón?

Lo primero que tenemos que hacer con el jugador, sea en el momento de la pérdida o en cualquier otro momento del juego es enseñarlo a pensar. De este modo, el jugador podrá percatarse y anticiparse a la pérdida del balón. Lo segundo es ubicarse, y pensar a cuál de las distancias del poseedor del balón se encuentra. ¿Es el más cercano a ese jugador? La regla número uno para realizar una buena presión tras pérdida es saber que el poseedor del balón siempre tiene que estar presionado y que no puede progresar con libertad. Por lo tanto, el jugador más cercano a él tiene que acudir de forma inmediata a presionar y a intentar cerrar líneas de pase, anulando así a posibles receptores.

Si el jugador en cuestión al que estamos analizando está en situación intermedia, es decir, no es el más cercano pero tampoco el más alejado, debe de referenciar a alguno de sus rivales cercanos al poseedor mediante un marcaje para evitar que se convierta en receptor o en caso de que reciba un pase, lo haga en las peores condiciones posibles y con la dificultad máxima para darle continuidad al juego.

Si este jugador se encuentra alejado a la zona de la pérdida, este deberá replegar y bascular, corriendo de forma diagonal hacia su portería realizando cobertura a sus compañeros.

Con todas estas acciones, lo que se pretende es que los rivales no saquen el balón rápidamente de la zona activa de juego, que se encuentra muy poblada por nuestros jugadores y, como consecuencia, tendrán más posibilidades de volver a recuperar la posesión si todo se lleva a cabo con normalidad.

Otra de las cosas a tener en cuenta a la hora de estructurar y trabajar la presión tras pérdida, es detectar si el rival que ha recuperado el balón y que se encuentra en disposición de jugarlo, está orientado hacia nuestro campo con posibilidad de hacer un envío en largo o no. Si detectáramos que este jugador pretende buscar los espacios que se encuentran a la espalda de nuestra línea defensiva, ésta debería replegar y evitar que el balón llegue a algún rival que se encuentre con posibilidad de ocupar ese espacio libre y plantarse delante del portero en un 1×1. Este puede ser uno de los principales riesgos cuando se intenta recuperar la posesión del balón de este modo. 

Otro riesgo importante también es si el poseedor de balón logra conectar con algún compañero alejado y este tiene posibilidad de progresar y avanzar hacia nuestra portería, de esta forma habrían sobrepasado nuestra presión y no tendríamos otra opción que replegar por detrás de balón para intentar volver a recuperarla.

Una vez hemos vuelto a recuperar la posesión, existe un momento en el que nuestro equipo tendrá que decidir qué hacer. Por un lado, se puede elegir comenzar con un ataque organizado, circulando de forma correcta hasta encontrar carriles de progresión o realizar una transición ofensiva directa, aprovechando la disposición de los rivales de forma desorganizada.

Para conseguir que nuestro equipo desarrolle bien este método de presión tan ambicioso y vistoso, necesitaremos de jugadores capaces de sacrificarse y comprometerse con el compañero, además de estar totalmente convencidos de que esta conducta les va a llevar a tener durante más tiempo la posesión del balón en el partido.

¿Cómo trabajamos la presión tras pérdida?

Hay que analizar la situación y tomar la decisión correcta sobre presionar o no la pérdida y si con esa pérdida tendría éxito una presión de inmediato. No seleccionar de forma correcta, implicaría comprometer a todo el equipo y llevarlo hacia una situación desagradable, seguramente con una ocasión de gol en contra.

Para trabajar la presión tras pérdida es necesario crear tareas en las que se reproduzcan los escenarios que pueden suceder en un partido y en las zonas del campo en las que queremos que nuestros jugadores vayan a presionar tras la pérdida. Esto pondrá al jugador en situación real y le ayudará a comprender cuándo, dónde y cómo tiene que hacerlo.

En estas tareas, colocar a los jugadores en las posiciones reales que van a ocupar en el partido es lo recomendable. Ayudará a un mejor entendimiento de la situación, con una mejor toma de decisiones en cada momento y facilitando la comprensión de las diferentes situaciones posteriormente durante el partido.

Se ha de intentar que el trabajo de recuperar tras pérdida, no sea solo en los ejercicios en los que el objetivo principal sea este, sino que en cada tarea ha de plasmarse ese hábito para que el jugador la ejecute casi de manera inconsciente. Para ello, es necesario un gran nivel de concentración y de interpretación del juego.

Como conclusión, podemos indicar que tener un equipo con esta situación de juego bien trabajada, dará la imagen de un equipo comprometido y seguro defensivamente, que además podrá tener en su poder bastante tiempo el balón a disposición de ser jugado, con el consecuente incremento de ocasiones o llegadas a portería rival.

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