El jugador creativo, una especie en peligro de extinción

Hace años que los jugadores de fútbol de corta edad no tienen un espacio libre donde poder dedicar horas y horas al juego libre, espontáneo, y podríamos decir que, atendiendo a lo más básico en el reglamento del fútbol, el gol y poco más. 

Esto ha sido producido por el crecimiento de las ciudades, el aglutinar de coches en sus calles y la aparición de otros divertimentos para los jóvenes, más cómodos y sin necesidad de salir de casa, como pueden ser las videoconsolas.

Pero… ¿y qué hacemos con aquellos jugadores a los que sí les gusta el fútbol? 

Pertenecen a este grupo los chicos que acuden cada tarde al campo con su equipo y que participan una y otra vez en entrenamientos automatizados y analíticos a edades muy tempranas, sin permitir que expresen su creatividad y que mucho menos se equivoquen una y otra vez en las tareas que propone el entrenador.

Todas las personas poseen un alto nivel de creatividad desde su nacimiento. Lo único que nos diferencia es la capacidad y la ayuda dentro de nuestro entorno que tengamos para poder desarrollarlo.

Para ello, es necesario que el jugador, en este caso, tenga un gran número de experiencias durante sus primeros años de desarrollo. 

En el momento que el joven comienza a formar parte de métodos de enseñanza con normas estrictas y nulas orientaciones hacia su verdadero potencial, este empieza a obtener un efecto negativo en su creatividad. Se puede decir que empieza a perder su inventiva y espontaneidad.

¿Dónde está la clave para poder volver a desarrollar esa creatividad?

Es necesario que los jóvenes futbolistas vuelvan a sentir esa pasión por el juego. Cuando decimos que un jugador es creativo nos referimos a que tiene capacidad para la creación de algo novedoso. El jugador creativo tiene imaginación, invención y unas capacidades individuales que lo llevan a resolver situaciones con una originalidad extrema.

Partiendo de que estamos hablando de un juego, los entrenadores debemos capacitarnos y encontrar la forma de crear contextos similares a los que existían cuando los chicos y chicas jugaban en la calle, donde se potenciaba el talento creativo y sin restricciones.

Estas tareas deben ser variadas, con condicionamientos que fomenten encontrar respuestas creativas y en espacios de juegos adaptados a la edad de los jugadores, ofreciendo un contexto adecuado en espacio, tamaño, número de jugadores y peso del balón entre otros.

La creatividad no es sólo cuestión del talento, sino que se puede lograr a través de una buena planificación optimizada. Establecer tareas abiertas y menos “cuadriculadas” promueve una situación en la que el entrenador no se encarga de imponerlo todo, dando la posibilidad de nuevas incidencias.

De nada sirve, poner a niños/as de 9 ó 10 años a jugar fútbol 11×11 con una reglamentación y unas exigencias para adultos.

Esto lo único que nos llevaría es a crear jugadores apáticos y pasivo, interviniendo en pocas ocasiones en contacto con el balón. Para ello es conveniente, la utilización de juegos reducidos y  simple, con menos jugadores para que participen un mayor número de veces.

Otro aspecto a mejorar por los entrenadores de jugadores jóvenes y en formación es la manía de corregir constantemente y decir lo que tienen que hacer en forma de mando directo. El jugador tiene que cometer errores y descubrir por si solo cuál es el motivo de lo que ha sucedido en ese momento. De esta forma, desarrolla su inteligencia en el juego, facilitando así su creatividad. El jugador debe aprender a interpretar el juego y de esta forma, ser capaz de encontrar nuevas soluciones a las situaciones que se le plantean. El error es una vía más en el proceso de formación y debemos eliminar ese miedo a la improvisación, dejando que el jugador investigue nuevas soluciones.

Tampoco el jugador debe conocer siempre cuál es el objetivo que se persigue. De esta forma se le permite al jugador “jugar por jugar”, improvisando soluciones que ni siquiera se nos hubieran pasado por la cabeza a los entrenadores. Así, el proceso de aprendizaje es recíproco.

La diversión dentro del juego es una premisa fundamental para poder ser creativo, aquel chico o chica que no se siente cómodo jugando reduce su capacidad creativa y no la sacará de su interior. 

Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de entrenar la creatividad es la opción de cambiar las reglas, así obligaremos al jugador a adaptarse a las situaciones que se le plantean. Utilizar espacios reducido de juego y diversas porterías para tener varias soluciones, promueven la creatividad de forma libre.

Usar tareas siempre con balón para que se atrevan a arriesgar, improvisar e inventar sin tener miedo a lo que ocurra, es otra forma de dar confianza y generar ese estado de tranquilidad y confianza a cometer errores e incluso a perder el balón sin que esto sea algo prohibitivo.

Tener dentro de la sesión de entrenamiento un número de minutos a “juego libre” sin establecer demasiadas premisas a los ejercicios, para que el jugador tenga la posibilidad de experimentar con situaciones nuevas que pasen de forma natural.

La conclusión final es que, para que existan más jugadores creativos, debemos empezar a formar entrenadores más creativos, que animen a sus jugadores a pensar en nuevas soluciones o de forma diferente a lo establecido.

Actualmente, solemos ver muchos entrenadores que coartan la libertad de pensamiento y toma de decisiones de los jóvenes jugadores, realizando indicaciones de forma continuada, intentando tenerlo todo bien controlado, indicando al jugador su orientación corporal correcta o su posición en el campo. Esto no ayuda en absoluto al desarrollo del jugador y a pensar por sí mismo en búsqueda de nuevas soluciones.

¡El entrenador no puede pensar por el jugador! Hoy en día se busca el jugador autónomo dentro del colectivo, aquel que es capaz de tomar buenas decisiones pero que sean aparecidas de su interior, y no de estímulos proporcionados del exterior.

Es muy probable que cuando queramos nombrar algún jugador creativo solo se nos vengan unos pocos de ellos a la mente. Esto quiere decir que son estos los que marcan la diferencia en el juego y los que solemos recordar. Entonces, ¿por qué no ponemos parte de nuestra capacidad en intentar desarrollar más jugadores creativos que aumenten esa pequeña lista?¿No tenemos medios para ello?¿O simplemente no es tan fácil como parece? 

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