El valor de la circulación de balón

La circulación de balón no debe ser observada simplemente como una sucesión de pases sin sentido que no llevan a ningún lado, sino la forma que tiene el equipo para obtener ventaja de tiempo y espacio que nos permita progresar, desectructurar al equipo rival y así poder dar una continuidad fiable y segura al juego de ataque.

Partiendo de que el balón es el eje de todo, y si observamos que el medio técnico-táctico más utilizado es el pase, podemos llegar a la conclusión de que la relación entre jugadores es el inicio para crear cualquier interacción en el equipo.

Pero no debemos cometer el error de limitar la circulación de balón solo al pase. Entendemos que, dentro de una realizada correctamente, se presentan otro tipo de medios como la conducción, fijar al rival, las fintas, los movimientos de los compañeros en función de lo que queramos y de la actuación de los adversarios.

¿Cuáles son las claves para una buena circulación?

Como se ha comentado antes, el objetivo principal de la circulación de balón es buscar los desequilibrios en el equipo rival para sacar cualquier tipo de ventaja, creando una serie de enlaces entre jugadores como si se trataran de conexiones neuronales de nuestros cerebro. En este caso, podemos definir dos partes bien diferenciadas: el poseedor del balón y sus compañeros. 

Por un lado, el poseedor del balón debe tener una buena visión periférica y debería anticiparse a lo que puede pasar si toma una u otra decisión, centrándose en reconocer las estructuras creadas por los compañeros e intentar ser un peligro con posibles progresiones. Debe realizar movimientos una vez que ha dejado de ser poseedor y pasa a ser apoyo, en posición cercana, intermedia o alejada, saber interpretar el juego de una forma rápida para colocarse en la mejor posición si fuese necesario, tener una nueva interacción con sus compañeros o pasar a ser de nuevo poseedor.

No menos importante, es saber controlar todos los medios técnico-tácticos necesarios para participar, como el pase, que debe ser tenso y dirigido al pie dominante del compañero.

Ir alternando entre pases cercanos y desplazamientos más largos, generando inquietud en los rivales que no saben de qué modo se va a actuar, obteniendo ventajas decisionales.

Reconocer hacia donde debe continuar la circulación, si hacia lado contrario de donde viene o devolverlo a donde ha venido, para no ir a favor de los movimientos defensivos y del ritmo del contrario en las basculaciones con el fin de evitar pases interiores o a los carriles exteriores.

Ser inteligentes en la conservación de balón conseguirá desplazamientos de jugadores rivales hacia diferentes zonas con la idea de liberar espacios en otras zonas, normalmente opuestas, que crearan ventajas muy aprovechables por el equipo atacante.

Otra decisión importante que debe saber tomar el poseedor es saber con quien debe conectar, si con el siguiente compañero más cercano o saltárselo para conseguir más tiempo y un espacio todavía mas beneficioso.

Lo más habitual es no intercambiar pases en ciertos lugares y/o retener el balón por parte de algunos jugadores, ya que estos conseguirían atraer rivales a ciertas zonas imposibilitando la progresión. Pero ¿interesante hacerlo en ciertos momentos? Al atraer jugadores, se liberan espacios en otras zonas como comentábamos anteriormente. Esto queda a expensas de la situación del juego y la decisión de los jugadores.

Por otro lado, los compañeros del poseedor deben mantener apoyos constantes en varias direcciones, permaneciendo estáticos si la situación es favorable (como fijadores) o moviéndose para ocupar un espacio libre y con ventaja. Utilizar medios tácticos como desmarques de apoyo y ruptura que ayudaran a ofrecer soluciones constantes y poder conservar el balón. Controlar en todo momento la orientación corporal adecuada a cada situación para gana tiempo a la hora de que le llegue el balón.

Por tanto, planteamos la siguiente reflexión: al compañero no solo hay que darle el balón si eres poseedor, o no solo hay que darle soluciones si no eres poseedor. Al compañero hay que darle espacio y tiempo.

Con esto queremos decir que el pase no es simplemente una transmisión del balón de un compañero a otro, sino que depende de las condiciones en las que se entreguen o los movimientos que puedas hacer, se estará entregando juego. 

El entrenamiento 

Llevemos a la práctica algunas de los aspectos comentados anteriormente, intentando explicarle al jugador los diferentes puntos hablados para que entienda el sentido del pase dentro de la circulación. Para ello, nos apoyaremos en las situaciones simuladoras preferenciales, que son aquellos ejercicios basados en simular al propio juego y que hacen hincapié en las estructuras de forma preferente.

Habrá que preparar tareas con objetivos relacionados con la circulación, como, por ejemplo, situaciones en las que se respeten las distancias entre los jugadores, una vez recuperada la posesión sacar el balón de la zona activa de juego para evitar la pérdida (pase de seguridad), establecer suficientes líneas de pase y que exista movilidad desde una perspectiva cualitativa. No se trata de moverse mucho, se trata de moverse al espacio correcto.

Es evidente que cada jugador debe actuar desde su posición específica. Recuerda que cuanto más tiempo esté el jugador en su sitio, antes va a reconocer cómo debe comportarse en su zona.

Prestar atención a la invasión de espacio de otro compañero, mostrándole al jugador los espacios de los receptores cercanos para evitar molestarse entre ellos.

Finalmente, la intención es conseguir contextos similares a los que se van a producir en un partido, de esta forma el jugador se familiariza con la situación a resolver en el juego, acertando en la toma de decisiones cada vez que más se entrena.

Tampoco se puede obviar la importancia de los porteros en la circulación de balón. Es fundamental para aquellos equipos que quieren dominar el balón en todo momento, y que usan su situación para darle continuidad o empezar con un reinicio, construyendo ventajas para su equipo.

Como conclusión final, entender que el fútbol es un deporte no lineal, y que todo depende de miles de situaciones que se generan en un segundo. Para ello se debe enseñar al jugador a interpretar las conductas flexibles que se producen en el partido con respecto a sus rivales e incluso a sus compañeros, que en este caso son muy importantes para el transcurso de una buena circulación.

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