Jugadores, entrenadores y… padres

Dentro de pocas semanas, empezaran los entrenamientos de jugadores de fútbol jóvenes de entre 6 y 18 años. Estos acudirán a los campos acompañados de sus padres, madres o abuelos. Es importante reconocer que la situación en algunos estos lugares donde se realiza la práctica deportiva, no es del todo un ejemplo para estos niños.

En vez de ser un lugar donde los niños y niñas socialicen y reciban un ejemplo de valores y actitudes, a veces se muestran situaciones desagradables para muchos, sobre todo por el nivel elevado de competición que se respira en el ambiente.

A continuación, vamos a exponer una serie de reglas que pueden ser utilizadas en caso de que un padre quiera que su hijo haga deporte de forma sana y saludable, tanto a nivel físico como mental y emocional.

El entorno

Es importante que los padres valoren el entorno donde sus hijos practican deporte y se relacionan. Un lugar donde puedan crecer tanto como persona como deportista es el sitio idóneo para su desarrollo.

Por ello, es necesario que los padres conozcan las características del club donde van a entrenar y jugar, qué objetivos tienen, qué formación y experiencia tiene la persona a cargo de los niños, etc.

Esto también conlleva un compromiso por parte de los jugadores, que en muchos de los casos se traspasan a los padres por ser menores de edad. Cumplir estos compromisos es un gran ejemplo para nuestros hijos, ya que se educa más con las acciones que con las palabras.

El entrenador

Conocer a su entrenador, la forma de trabajar y el comportamiento que tiene con sus jugadores, resulta de vital importancia para decidir dónde va a pasar el niño bastantes horas al mes. La necesidad de que los niños tengan una referencia en el apartado deportivo, hace que la figura del entrenador cobre mucha importancia en su desarrollo.

Para cualquier ser humano, recibir órdenes por parte de dos personas, que a la vez son sus referencias, tanto en la vida (su padre) como en el deporte (su entrenador) puede resultar contradictorio y contraproducente para el jugador. Es por ello que se aconseja acudir al campo simplemente a animar, sin dar instrucciones sobre el juego.

Si realizaremos un símil con el sistema educativo tradicional, entendemos que un padre no puede acudir a una clase de matemáticas a decirle al profesor cómo debe enseñar la materia. ¿Por qué en fútbol si ocurre esto?


Las cosas debería ser de la misma forma: la formación y la capacidad del entrenador de fútbol titulado le otorgan el derecho a saber qué es lo ideal para el niño en cada momento, por lo que no debería ser interrumpido por órdenes desde la grada.

El árbitro

Esta figura deportiva que está encargada de hacer cumplir el reglamento en los partidos, y sobre todo de categorías de edades tempranas, se encuentra también en periodo de formación. Por eso suele cometer errores, al igual que los jugadores. Debemos tener consideración con ellos y respetar su cometido, aun cuando puedan tener algún fallo en su labor.

Cada vez hay menos personas que quieren dedicarse al mundo del arbitraje, porque rara vez no hay insultos hacia su persona, cosa que deberíamos eliminar por completo, como se hace últimamente con los actos racistas que se están castigando y erradicando. Los árbitros también son personas y se merecen el máximo respeto.

Los compañeros

Los padres no entienden que los compañeros de sus hijos son sus amigos y no compiten por un puesto en la alineación titular. Ellos deberían estar centrados en pasarlo bien mientras entrenan o juegan, además de adquirir todos los valores que puede inculcar un deporte como este.

Aquellos valores que influyen en las actitudes y comportamientos de los niños en el resto de su vida y que son aportados por el fútbol pueden ser: respeto, esfuerzo, disciplina, humildad, trabajo en equipo, etc.

Lo mejor es lo que queda después

A corto plazo, después de los partidos, se suelen generar unas situaciones de sociabilidad en la que quedan a comer. A largo plazo, podemos decir que queda una amistad con algunos de esos compañeros, para casi toda la vida.

La pregunta clave

Al finalizar los entrenamientos, cuando tu hijo vuelve contigo a casa, deberías preguntarle ¿cómo te lo has pasado?, en lugar de decirle ¿has ganado hoy?  Tenemos que entender que es un deporte, en el que solo gana un equipo, y que perder, siempre y cuando se haya dado todo, forma parte del juego.

La otra pregunta interesante para realizar es si ha aprendido algo, si la sesión le ha aportado algo de valor al niño y, por ende, se lleva algo a casa con lo que poder ver que está progresando en su desarrollo como jugador.

Por último vamos a intentar mostrar los diferentes tipos de padres que existen en los clubes de fútbol:

  • El pasota, que casi nunca está presente.
  • El “segundo” entrenador, que parece que entiende y que no para de dar órdenes constantemente. Llevan a la confusión al jugador, contradiciendo las indicaciones del entrenador y consiguiendo que comentan errores por su imprudencia.
  • El exigente, que tiene puesto el foco en su hijo y pretende que todo lo haga bien, sin entender que esto es un juego. Son los que más desgastan al jugador, llevándolos en muchos casos al abandono de la actividad deportiva.
  • El ultra, intenta simular a aquellos aficionados radicales que asisten a los partidos profesionales, aunque con suerte cada vez menos, y que tienen un comportamiento que en ningún caso son ejemplo para los niños/as.
  • El frustrado, al que le hubiera gustado formar parte de la élite del fútbol mundial, pero que en su defecto, lo intentan con su hijo obligándole a jugar y presionándole constantemente.
  • El tóxico, que todo lo critica y que nada le parece bien. Siempre está en lo cierto y los demás están equivocados.

Esperamos que atendiendo a todos estos consejos, su hijo pueda disfrutar del deporte, en este caso el fútbol, y entienda que esto es un juego en el que se puede ganar o perder y en el que lo más importante es competir, y por supuesto, pasárselo bien.

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